XXI Domingo del Tiempo Ordinario
Lecturas del día
De todas las naciones traerán a todos vuestros hermanos
Esto dice el Señor: Yo, conociendo sus obras y sus pensamientos, vendré para reunirlas naciones de toda lengua; vendrán para ver mi gloria.
Les daré una señal, y de entre ellos enviaré supervivientes a las naciones:a Tarsis, Libia y Lidia (tiradores de arco), Túbal y Grecia, a las costas lejanas que nunca oyeron mi fama ni vieron mi gloria.
Ellos anunciarán mi gloria a las naciones. Y de todas las naciones, como ofrenda al Señor, traerán a todos vuestros hermanos, a caballo y en carros y en literas, en mulos y dromedarios, hasta mi santa montaña de Jerusalén -dice el Señor-, así como los hijos de Israel traen ofrendas, en vasos purificados, al templo del Señor. También de entre ellos escogeré sacerdotes y levitas -dice el Señor-.
Id al mundo entero y proclamad el Evangelio
Alabad al Señor todas las naciones, aclamadlo todos los pueblos.
Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre.
El Señor reprende a los que ama
Hermanos:
Habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron:
Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, ni te desanimes por su reprensión; porque el Señor reprende a los que ama y castiga a sus hijos preferidos.
Soportáis la prueba para vuestra corrección, porque Dios os trata como a hijos, pues ¿qué padre no corrige a sus hijos?
Ninguna corrección resulta agradable, en el momento, sino que duele; pero luego produce fruto apacible de justicia a los ejercitados en ella.
Por eso, fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda llana: así el pie cojo, no se retuerce, sino que se cura.
Vendrán de oriente y occidente, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios
En aquel tiempo Jesús pasaba por ciudades y aldeas enseñando y se encaminaba hacia Jerusalén.
Uno le preguntó: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?».
Él les dijo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán.
Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; pero él os dirá: "No sé quiénes sois".
Entonces comenzaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas".
Pero él os dirá: "No sé de dónde sois. Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad".
Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros os veáis arrojados fuera.
Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos».

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