Navidad: La Promesa, Príncipe de Paz

En este último capítulo, finalmente hemos llegado al pesebre, al lugar sagrado de la Natividad, donde el Salvador, la promesa de Dios, ha nacido. Ante nosotros se presenta una tenue luz, pequeña y suave, pero capaz de crecer y resplandecer, trayendo consigo la paz prometida. En este momento de alegría y revelación, escuchamos sobre la profecía del retoño de Jesé, quien surge como una luz en las tinieblas, al igual que este Salvador que elige nacer entre los más humildes: gentiles, pastores y magos. Estos incansables testigos han visto cumplida la promesa de Dios en sus vidas y ahora, con corazones llenos de gratitud, ofrecen sus regalos: oro, incienso y mirra. Estos símbolos, que nos han guiado como los reyes magos modernos en nuestra búsqueda del Nazareno, nos recuerdan que Cristo, el Rey de los judíos, ha llegado para iluminar al mundo entero.

A lo largo de esta peregrinación, hemos seguido a los Reyes Magos en su camino hacia el Salvador. En el primer capítulo, comenzamos con la revelación de la estrella, guiándonos a través de la oscuridad hacia la luz. En el segundo, enfrentamos la amenaza de Herodes, pero confiamos en la promesa de Dios que nos da la firmeza para seguir adelante. En el tercer capítulo, después de pasar por la tumba de Raquel y escuchar su lamento transformado por la gloria divina, llegamos al campo de los pastores, elegidos por Dios para ser testigos de la gloria celestial.  

Cada paso nos acercó más al pesebre, donde finalmente encontramos la Luz que, aunque pequeña al principio, resplandece para traer paz al mundo. Este viaje nos recuerda que la luz de Cristo, nacida en humildad, tiene el poder de iluminar nuestras vidas y guiarnos hacia la verdadera paz.