Muy querida familia:
Mientras les escribo estas líneas estamos celebrando la Novena del Sagrado Corazón de Jesús. Una celebración que nos recuerda y garantiza que somos amados por Dios, que Él nunca nos deja de amar y que nuestra vida está envuelta en el amor creador, salvador y santificador de un Dios para todos y cada uno de nosotros. Podríamos expresar así esta celebración de la fe: “Dios me ama a mí”.
Entre abril y mayo tuve la oportunidad de realizar dos peregrinaciones presenciales con diferentes grupos: una fue un Taller de Oración de Magdala y la otra fue un grupo de peregrinos que recorrimos las huellas de tres grandes santos polacos de nuestro tiempo: María Faustina Kowalska, Maximiliano Kolbe y Karol Wojtyla.
Ambas peregrinaciones fueron preciosas, espléndidas en gracias de Dios y en experiencias para atesorar durante el resto de mi vida. Aunque fueron muy diferentes entre sí, realizadas en países diversos, con grupos diversos y temas relativamente diversos, hubo algo que las hizo muy semejantes: los ejemplos de santidad, la presencia de la Santísima Virgen, el gozo de la caridad cristiana, y una gran virtud teologal: la Esperanza.
Me voy a referir más específicamente a la visita a Polonia. Polonia vivió el siglo pasado uno de los períodos más convulsos de su historia: invasiones, guerras, ideologías... Los sufrimientos de esa gran nación católica fueron inmensos. También fue teatro de los horrores del Nazismo y del Estalinismo. En medio de tanto sufrimiento y barbarie florecieron tres grandes santos que impactarían profundamente los destinos del mundo: Faustina Kowalska, Maximiliano Kolbe y Karol Wojtyla. Esta visita con contrastes tan enormes despertó en mi corazón el tema fundamental de nuestra peregrinación: la Esperanza. “Inconmovibles en la esperanza” dirá San Pablo a sus fieles, en los albores del cristianismo, cuando cada conquista costaba sangre y vidas, cuando parecía que transformar el mundo con un poco de levadura sería imposible.
En estos días estamos perfilando la preparación para nuestro Youthfest Encounter Magdala 2024, que se llevará a cabo en Puebla del 25 al 28 de julio próximos, el tema será “Señor, enséñanos a orar”, tal como propuso el Papa Francisco como preparación para el Año Santo 2025. Y el tema del Año Santo es también “Peregrinos de Esperanza”.
Seamos hombres y mujeres que irradian esperanza; nuestro mundo pide a gritos personas que testimonien la esperanza que sólo puede venir de Dios.
Se me viene a la mente esos islotes azotados por las olas del mar y las tempestades, que resisten contra viento y marea… así son las personas que viven en la Esperanza. “Inconmovibles en la esperanza”.
Pero volvamos a nuestro “Encounter”. “Encounter” significa “Encuentro”. ¿Qué significa en el contexto de Magdala?: significa encontrarnos con Dios, con Jesús, con nosotros mismos. Encuentro entre hermanos, en la fe, en el amor, en la gracia de Dios. Y “youthfest” significa “fiesta para jóvenes’; pero como dijimos desde el año pasado en Magdala, queremos a los jóvenes y a gente de corazón joven. Esto es al final un ENCUENTRO CON FAMILIA.
Allí nos veremos en Puebla este 25 de julio.
Tendré el gusto de impartir las conferencias de bienvenida el primer día, el segundo día sobre la oración, el tercer día sobre la Familia de Magdala y las conclusiones el cuarto día. Celebraremos la Eucaristía, cantaremos y conviviremos en un ambiente de amistad, de fe, de Iglesia.
Quedan pocos días para inscribirse. Aprovecha. Dios también quiere encontrarse contigo y con tu familia. No dejes de venir. Será como una pequeña peregrinación a Tierra Santa… ¿Acaso una preparación para la del año próximo?
Les pedimos, como siempre, sus oraciones por la paz del mundo.
Saludos y bendiciones. ¡Nos vemos en Puebla!
P. Juan María Solana, L.C. y equipo de Magdala.
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