Richard Pococke fue un obispo anglicano nacido a principios del s. XVIII. Aparte de atender a su grey, el reverendo Pococke dedicó no pocos años de su vida a viajar por el mundo. Entre los años 1737 y 1741 visitó Palestina y, al regresar a su Inglaterra natal, puso por escrito sus experiencias en su gran Descripción del Este y otras regiones.
“Nos pusimos de camino desde Tiberiades y el primer lugar al que llegamos fue Magdol, que está en el límite sureste de la llanura de Genesaret junto al mar”. Sin embargo, nuestro autor no estaba convencido de que este Magdol fuese la Magdala de la Biblia. En efecto, escribe, Magdala estaría relacionada con Dalmanuta (cf. Mt 15, 39 y Mc 8, 10) y Dalmanuta había de estar en el lado opuesto del lago —aunque no explica por qué—. En Magdol, Pococke vio las ruinas de “un castillo bastante indiferente”, pero no relacionó estas ruinas con María Magdalena, como sí habían hecho los peregrinos anteriores. Aparte de estos pocos datos, el clérigo anglicano no dice mucho más, y se dedica a describir algunos detalles de la llanura de Genersaret, como la fuente de En Nun y los abundantes “árboles espinosos” que dan una fruta comestible, “un pequeño tipo de manzana”: los famosos árboles Spina Christi que todavía hoy abundan en aquel lugar.
De la obra Pococke no aprendemos mucho sobre Magdala en el s. XVII, a no ser que estaba ya casi olvidado como lugar santo, y que era poco más que un anecdótico castillo “bastante indiferente”.
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