En 2023, tuve el privilegio de ser voluntaria en Magdala, donde viví una experiencia espiritual que transformó mi vida. Durante ese tiempo, experimenté un encuentro con Cristo que no había sentido en mucho tiempo. Aunque siempre había sido creyente, no había experimentado esa profunda conexión con Él hasta ese momento. Sentí como si Su manto me envolviera y Su amor me llenara completamente, sanando las heridas de mi corazón. Fue un momento de sanación y renovación, en el que decidí convertirme en Su apóstol y prometí seguirlo a pesar de cualquier circunstancia o dificultad que pudiera enfrentar en mi vida. No solo encontré un nuevo propósito, sino también una familia inmensa que compartía mi fe y mi amor por Cristo.

Este año, como voluntaria en el Encuentro de Puebla, reviví una experiencia profundamente espiritual que me transportó de nuevo a aquellos momentos vividos en Tierra Santa. Desde el primer instante, sentí una renovada cercanía con Cristo, como si estuviera tocando Su manto una vez más.

Fue como si Él me susurrara al oído: "No estás sola, estoy aquí contigo y te amo". En ese instante, sentí un abrazo inmenso que llenó mi corazón con un fuego renovado de amor y esperanza.

Cuando los peregrinos comenzaron a llegar, algo dentro de mí cambió. Dejé de ser simplemente yo misma y me convertí en un instrumento de Cristo, lleno de amor y esperanza para todos los que venían desde diferentes partes del mundo. Mi misión era transmitirles un poco de la experiencia que había vivido en Tierra Santa, pero, sobre todo, compartir con ellos el inmenso amor de Cristo. Cada encuentro con los peregrinos era una oportunidad para ofrecerles un reflejo de la profunda conexión espiritual que había experimentado, y para ser un canal de Su amor y esperanza.

Ser un apóstol de Cristo es una experiencia que transforma por completo, es una invitación constante a caminar a Su lado y compartir Su amor con los demás. Durante el Encuentro, vivir las 4 C: caminar, cantar, compartir y celebrar junto a los peregrinos fue un claro ejemplo de lo que significa ser un apóstol en el mundo moderno. Sentí en cada momento que Jesús estaba presente, guiando nuestros pasos y uniendo nuestros corazones en Su amor. Fue como ser uno de Sus discípulos, llamado a seguirlo y a difundir ese amor infinito y divino con todos los que nos rodean.

A medida que avanzaba el Encuentro, me di cuenta de que no estaba sola en mi misión. Cristo estaba a mi lado, fortaleciéndome y guiándome en cada paso del camino. Me recordó que ser Su apóstol no es solo una elección, sino un llamado que trasciende las dificultades y las pruebas de la vida. Es un privilegio y una responsabilidad compartir Su amor y Su mensaje con el mundo, y estoy profundamente agradecida por la oportunidad de hacerlo y seguir sus pasos.